viernes, 18 de enero de 2019

Preguntas vitales




De dónde venimos y a dónde vamos, son preguntas importantes que antes o después todos nos terminamos haciendo.

Normalmente, surgen a unas edades en las que las persona somos permeables a las dudas existenciales, por lo general, aparece a los pocos años de edad hasta, quizá, la veintena. Después, nuestro ser se llena de ocupaciones, distracciones y preocupaciones, tales que sus dudas se encaminadas a responder ese tipo de cuestiones prácticas como el amor, el trabajo, la soledad, el ocio consciente o la enfermedad o las limitaciones …

Por lo general, al menos, una vez más en nuestra vida nos lo volveremos a plantear en serio, quizá asociado a alguna crisis existencial habitual, normalmente asociada a achaques de la edad, como la merma de potencialidad, aburrimiento existencial o transformación de la mentalidad.

Bueno, la cuestión es que necesitamos responderlas para ser nosotros mismos, pues, según sean ellas, así seremos. Veamos, si crees que vienes de reencarnación, vas hacia otro paso en ese sentido, si crees que hay un dios que te creó, tu vida la desenvuelves en esa dirección, si crees que eres un ser como otro cualquiera, tus planteamientos se dirigen a resarcir tus necesidades vitales para salir al paso de la vida.

En fin, que cada cual se responde a sí mismo en esas preguntas primero con lo adherido, pero puedes cambiar de respuesta cuando encuentras tu propia respuesta, es decir, cuando ese aprendizaje que lleva a tus espaldas no te satisface y tu inconformismo te mueve a responderte.

Sea como sea, aquí está mi respuesta personal, a la que he llegado después de mi experiencia vital, aunque con este paso no la doy por terminada, pero me afianzado con en este acto.

No me creas o no me escuches, pero respétame … cada cual que haga lo que quiera, yo solo respondo a mi necesidad.

No pretendo discutir ni sentar cátedra, sólo exponer mis planteamientos para que me sirvan en mi avance personal. Si a ti te sirve, me alegraré mucho de saber de nuestra afinidad.
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De dónde venimos y hacia dónde vamos, lo voy a enfocar desde el punto de vista vital.

Partimos de un nacimiento y llegaremos a un fallecimiento, entre medio se desarrolla toda una vida cuyos condicionantes son tres, nutrirse, comunicarse y reproducirse, pero realmente todo se hace para una cosa, transmitirse, es decir, lo que tú eres capaz de aportar que pueda servir en la realidad contextual, en principio sólo a ti, pero otros también aprenderán algo de la experiencia que coincida contextualmente contigo.

Ese servir, no es ser bueno o malo, es que, indefectiblemente, aportamos algo que haga seguir viviendo, bien sea que superar las dificultades te beneficia en la vida también beneficiarte sin esfuerzo de lo que sucede lo consigue. La cuestión es vivir, es decir; aprender a vivir y, lo quieras o no, transmitir tu saber a otros con los que estás repercutido recíprocamente, tras ello, quedará una evidencia de ese avance que cada cual supone en los otros, y a ésto le llamamos conocimiento.

El ser vivo, precisa seguir viviendo, lo cual consigue con sus funciones vitales, y ésto es simplemente por su origen, un ser vivo hace lo que hacen los seres vivos y entre ello está su necesidad de reproducción, proceso por el cual añade a su descendencia parte de si, su dotación vital para seguir viviendo.

En realidad, cualquier ser vivo se dedica a dos tareas en su vida, por un lado a resarcir sus necesidades vitales y por otro, acumular algo de conocimiento para transmitirlo al siguiente paso evolutivo, cosa que consigue mediante la reproducción.

Puede verse la reproducción como una forma natural de mejorarte a tí mismo mediante ese afianzamiento de conocimiento que te hace estar mejor adaptado a las condiciones ambientales, pero, sin ser tú, es como si te transformaras en otro ser que será en un elevado porcentaje tú más una pequeña dosis de conocimiento evolutivo. En nuestro caso humano, de cruces y cruces, la evolución se acelera y se distancia mucho de su origen, pero, es así que el ser vive para transformarse en algo mejor, y lo que importa no es quién es él, sino lo que consigue para que ese paso evolutivo pueda aportar algo a la especie.

Hay seres vivos que se reproducen como clones y otros que precisan de gametos para producir otro ser similar, en ambos casos, lo que persiguen es seguir viviendo, los primeros, tal cual, y los otros mediante el aporte de informaciones generadoras de un sólo ser resultante del cruce genético. En realidad cada ser es en sí un conocimiento en busca de conocimiento que le permita continuar.

Así pues, la reproducción es el garante del futuro en cualquier caso, pues cada ser es una apuesta entre lo que le viene dado y lo que dejará. Hay que tener en cuenta que la multiplicidad de seres afines también es un garante de continuidad, pues, así, el fracaso de unos cuantos no implica la desaparición de esa forma de ser. Ésto no quita que cada ser afronte su vida como la más importante, es la única a la que hay que servir, incluso la comprenden como la única en el ambiente que se vale de ello para ser ella misma, y, así debe ser porque cada uno es LA APUESTA DE FUTURO por sí misma para sí mismo.

Como experimentamos, entre los mismos seres existe una dependencia que les ayuda a vivir, pues las relaciones entre algunos es de mutua dependencia, al tratarse de alimentación o de seguridad o reproducción, etc. Realmente no hay ser totalmente independiente del resto ya que al menos, existirá otro del que se vale, y, éste de él a su vez, para vivir, generándose así entre ambos, un equilibrio natural. Tal es así como la hierba con los rumiantes, o los frugívoros, o los depredadores con sus víctimas, etc. unos de otros se valen por multitud de aptitudes y consiguen capacidades que les permiten estar mejor adaptados.

No podemos olvidarnos del orden que dentro de un mismo tipo de ser se produce, es una simbiosis vital donde unas partes se valen de otras en coordinación necesaria y mutuamente beneficiosa para vivir, sucede lo mismo que hasta aquí he descrito, y es un ejemplo completo de todo el sistema, así es como funciona todo, y eso es lo que somos, es nuestro origen y así es como funciona todo, cada ambiente con sus particularidades pero básicamente así es.

De esta manera respondo a las preguntas de quién soy y de dónde vengo y por muy inteligente que me crea, o suponga sea por mi origen humano en cuanto a su importancia, vengo del paso anterior para producir un paso posterior, y todo lo que consiga conocer será aquello que aporte a ese paso siguiente, el cual, se reconozca o no, estará siempre para ayudar a vivir cuando yo ya no esté.

Esto enlaza con la siguiente pregunta, a dónde voy, pues casi que se responde sóla ya que en esta línea de pensamiento no hay nada más importante que lo que transmites y no tanto quien lo hace, aunque resulte algo reconfortante para nuestra vanidad personal, pero no sirve para nada centrarse en ser reconocido cuando lo importante es lo que le sirva a otro ser del conocimiento que transmites.

Hay que ver, en principio simbólicamente, la reproducción como el acto entre los seres cuyo resultado es un conocimiento, pues éste siempre será útil de una u otra manera. Esa relación, incluso entre las partes de un mismo ser, arroja un resultado cuyo fin es la utilidad vital, otra cosa es que sea aprovechable, pero siempre arroja una solución que de poder realizarse, aporta tiempo a la vida, aunque el ser salga lesionado, lo importante es seguir.

Esta radical importancia que tiene “seguir”, viene impuesta por ese equilibrio interno, hay toda una serie de sustancias hormonales que dirigen el pensamiento, incluso alienándose en una única dirección, incluso ilógicamente, pero en los seres no vivos, esas fuerzas que los conforman actúan como lo mismo, es decir, sus dependencias innatas vitales.

Dichas dependencias, en los seres vivos, están comandadas por sustancias químicas y bioquímicas que dirigen al ser en su sentir y pensar, haciéndoles comprender el peso que cualquier situación le supone y que le representa, así que en una gran medida, somos confrontación de sustancias en busca de algo mejor, un mejor vivir.

Es curioso que no hace falta estar vivo para tener cohesión vital, pues la relación interna del átomo es la base de sí mismo, pero algo similar sucede con los seres vivos y sus fuerzas internas, por lo que concluyo que la dirección a la que vamos es la que produzca cohesión, pues, de lo contrario, esa apuesta que representamos no permanecerá en el futuro. Lo cual no es nada malo, tan sólo que la vida continuará y seremos lo que hayamos representado en nuestro momento para el paso siguiente.

La pregunta ¿Quién soy? a nivel metafísico, para mi, sólo tiene una respuesta, y es que eres un elemento de la naturaleza destinado a vivir un tiempo y a aportar algo a la naturaleza, para que ella siga viviendo.

Comprendo que es la naturaleza quien nos crea como elemento suyo para que ella siga siendo, pero, no importa que desaparezcamos pues en el mismo momento de nuestra primera repercusión natural, ya entramos en esa dinámica que la hace ser…

Considero que todo el “Tinglado social” que hemos creado es por pura dinámica natural y tiende a beneficiar a la naturaleza, pues si hay algo común en toda la historia conocida es que todo sigue su curso natural, aunque los gobiernos parecen haberse dado cuenta que sus cómodos sillones pueden empezar a incomodarles cuando la naturaleza sacuda con fuerza, bien con el cambio climático, bien con tormentas solares, volcanes, maremotos, etc…

No obstante, lo importante es tener claro quién eres y saber que cumples tu función vital, que es la de transmitir algo que beneficie a la vida, pues así la naturaleza te hará saber que lo haces bien o que, al menos estás en el buen camino, pues cuando no es así aparece la barbarie, la aniquilación, cuya función es acabar con el bárbaro ya que busca la confrontación con el entorno natural quien en su defensa puede llegar a doblegarlo o acabar con él.

Es curioso comprobar la naturaleza en el comportamiento animal, pues, cuando todo está equilibrado, todo fluye, pero cuando hay desequilíbrio, los pensamientos dirigen al ser a la fatalidad.

Quizá el único ser natural que es capaz de percibir su equilibrio o fatalidad conscientemente, es el ser humano y en su mano está actuar en pro del equilibrio porque conscientemente percibe las consecuencias de su fatalidad.

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