lunes, 16 de julio de 2018

Inquisición cultural moderna

Una de las estupideces que ha creado el ser humano son los derechos de autor, que dignificado dentro de una ley pretende recaudar por doquier para beneficio del autor, no sin antes pasar por las arcas del estado a través de “algunas asociaciones de autores” y depositarles unas migajas a ellos que tendrán que volver a declararlo como ingresos anuales a sumar a los ingresos que obtuvieron y todo ello para cobrar de ellos los impuestos correspondientes, incluso de lo que en principio era suyo de pleno derecho, es decir, los derechos de autor y el mismo estado se los diera.

En realidad, siempre se ha reconocido la autoría de una obra y el derecho a ello, pero como las editoriales son las que mandan en este mundo, ahora también las impresiones bajo demanda, el autor siempre se ve desfavorecido con unas contraprestaciones verdaderamente exiguas, injustas y pedigüeñas.

Así que, para beneficio del autor, se sacan una ley de la chistera, o varias, o a nivel europeo unifican los derechos de autor, con el fin de “proteger” hasta el más mínimo resquicio de derecho de autor, con la pretensión de que sea él quien dé el permiso explícito para que su obra sea dada a conocer y si alguien obtuviera algún beneficio (económico) pueda revertir en beneficio también del autor.

Pienso que ésto sólo beneficia a las empresas relacionadas con éste mundo y a las injustas asociaciones relacionadas con los autores, porque lo que se obtiene es, ni más ni menos, que la obra que uno quiere dar a conocer no pueda ser difundida más que en una reseña que el autor consienta y quien lo obtenga, no pueda darlo a conocer en ningún medio porque siempre existirá el riesgo de que alguien pueda intentar un provecho económico de ello, saltándose a la recaudación de las asociaciones y del estado. Así que veo que el autor sale verdaderamente perjudicado siempre y en cualquier caso, salvo que sea de los agraciados por la industria “de la cultura” y en sus contratos salgan favorecidos por reunir las circunstancias que los conviertan en apetecibles al beneficio de la propia industria.

Personalmente pienso que como autor, lo que defiende mis derechos son varios factores, por un lado, que se pueda dar a conocer con facilidad mi obra, que los contratos que puedan ligarme con esta industria no me humillen y que una vez que reciba un dinero recaudado por el mismo estado (en cualquiera de sus modos y maneras), no tenga que declararlo como beneficio mío. Lo contrario sólo obedece a la usura de uno u otro sector que nada beneficia al autor y le castiga con una “inquisición cultural”, es algo así como, te reconozco los derechos de autor pero nunca llegarás a nada si no eres verdaderamente ambicioso y convences a la industria para que “haga dinero contigo”.

Cualquier otra idea son, como diría Merlín el Encantador son “paparruchas”

No hay comentarios:

Publicar un comentario