domingo, 29 de julio de 2018

A vueltas con los sexos...

Si existen sexos es porque hay seres naturales que se reproducen así, otra cosa es que lleguen alguna vez en sus vidas a reproducirse o no. La reproducción es el acto por el cual una especie se proyecta adaptativamente hacia el futuro por medio de sus descendientes.

Estos seres están sometidos a procesos que les hacen comportarse en relación a ello, debido a la presencia de ciertas configuraciones corporales y sustancias hormonales que les imprimen concretas actitudes vitales, y todo ello forma parte de la identidad de ese ser.

Como es natural, y no por ser defectuosa, las proporciones de todo ello van desde un máximo a un mínimo, así que para una especie cualquiera, todos sus congéneres no tienen por qué ser idénticos, lo cual no hace que dejen de ser naturales ni que sea una aberración ni que ello suponga enfermedad ni tara alguna. La naturaleza no es perfecta en su distribución, pero lo que hace de manera perfecta es la adaptación, es decir, el que prevalece es el quien en un momento dado mejor sabe aprovechar la circunstancia en su beneficio, pero que no siempre es ni el más fuerte, ni el más inteligente, sino que cada momento requerirá de porciones de cada aptitud para generar la acción adecuada. Más bien, esas características son resultados evolutivos que le hacen poseer unas potencialidades contextuales que transmitir a sus descendientes.

Lo que naturalmente se producirá entre los sexos es todo un conjunto de comportamientos íntimamente relacionados con la reproducción. En este panorama, el sexo femenino es el garante de ello, pues es desde donde se produce la fecundación, por ser el sexo que dispone del óvulo receptor. Sólo el gameto masculino que mejor sepa aprovechar la situación, superando todas las trabas que se encuentre, conseguirá fecundarlo.

Tal importante es la reproducción, que orienta un altísimo porcentaje del comportamiento del ser, hasta el punto de que es “en lo que los diferencia” donde estriba la actitud sobre la que toda su vida se escenificará, incluso en las actitudes comunes como comer, moverse, etc.

En todo animal, esos procesos internos orienta su instinto hacia todo aquello que es su necesidad, bien alimenticia, bien de relación social, de reproducción, etc. y cada situación le genera sensaciones que dirigen sus expectativas, y en ello, sus sentimientos le hacen comprender cómo le está repercutiendo la realidad, lo cual, a su vez, le incita a adquirir actitudes correctoras. Así, cuando alguna necesidad le surja, según lo apremiante que sienta sufrirla, mostrará un carácter u otro en relación a superarlo, pero si su comportamiento no es lo normal de su especie, como es lógico, se comportará de manera muy distinta, e incluso, rara o extraña para su especie.

Por otro lado, está comprobado que cuando se mantienen en el tiempo ciertas circunstancias modificantes del comportamiento, los seres se adaptan y no dudan en amoldarse a esas posibilidades, tal es el caso cercano de los perros, los animales de granja, mascotas, e incluso en la misma salvaje naturaleza encontramos situaciones aparentemente incomprensibles o sorpresivas entre depredadores y presas, o entre especies distintas no depredadoras.

No es inusual encontrarse animales que por haber sido criados fuera de su entorno, como por ejemplo por humanos, su comportamiento no está preparado para lo que debería ser su vida en la naturaleza, o, que al ser mascotas, éstas hayan perdido su capacidad natural de buscarse la vida si son liberados, o en las granjas, incluso, se han creado animales casi o totalmente a necesidad de la raza humana, lo cual lo convierte en un almacén de utilidad viva en proceso de maduración.

Es más, el propio ser humano es un animal cuyo comportamiento no es de “animal al uso”.

En fin, queda claro que en cada ser hay una orientación vital animal y, por ser sexuados, otra sexual y ambos le otorgan sus características particulares gracias a lo cual, sus instintos le dirigen por ésto tan complicado que es vivir.

La cuestión es que todo ello es natural, pero el ser humano este mundo de conceptos creado por el ser humano, que es un animal fuera de contexto, porque está organizado de tal manera que unos se dedican a unas tareas y otros a otras, pero, todos podemos acceder a ese resultado mediante una transacción, así que, la naturaleza sólo es nuestra base originaria superada por la organización social.

Somos animales criados por nosotros mismos fuera de nuestro entorno natural, así que, dirigimos nuestros instintos según conceptos, en los que cabe casi de todo, así la reproducción es sólo un uso concreto del sexo, ser hombre, mujer o “loquesea+sexual” es casi una elección personal, comer, beber o asearse es una cuestión de capacidad económica, relacionarse socialmente es para identificarse con ritos y costumbres de ocio, culturales u organizativas, en fin… que vivir se ha convertido en conseguir dinero para poder hacer incluso lo que no haremos nunca por conseguir directamente el bien necesario, es decir: cultivar, criar, ordeñar, construir, etc..

Lo mismo sucede con el sexo, lo que ocurre es que no podemos desprendernos de la tendencia natural sexual, y es ahí donde sucede la incongruencia con esa dotación natural con la que venimos a la vida, ya que al enfrentarse al mundo humano de conceptos, puede chocar y convertirnos en intolerantes en ambos sentidos, por regla general, ya no somos seres naturales y creemos que todo es posible, incluso tener hijos sin relaciones sexuales, lo vemos como un derecho porque ser PERSONA es lo importante, cuando lo que queremos decir es ser YO y todo cuanto ello conlleve.

A vueltas con los sexos, siempre lo será con los sentimientos, y, éstos con el cómo repercute la realidad, ya que si me siento mal es porque la realidad no me beneficia como quiero que lo haga, y el sexo, quizá, se ha convertido en una excusa ritual más de la no naturalidad del ser humano, lo cual conduce a introducir variaciones en nuestra especie inconsustanciales con la vida, pero, en las sociedades que hemos creado, que todavía tampoco se diferencian tanto de las pasadas conocidas, se demuestra que se necesita un óvulo femenino y esperma masculino para generar vida, que precisa de su tiempo de gestación en un (por ahora) vientre humano, desde donde no es necesario que se lleve a término pues en incubadoras podrían madurar hasta convertirse en personas “normales” que dentro de su entorno familiar - social, pueda ser lo suficientemente libre para ser lo que quiera, incluso, en contra de la naturaleza, porque es ella quien aceptará lo que él decida hasta su muerte y, si consigue transmitirse genéticamente, estará aportando su granito de arena a la naturaleza para que ella siga a delante, y si no aporta nada, no importará, pues con su muerte, ahí terminará su protagonismo natural, que, a fin de cuentas, es por lo que estamos en esta vida.

Con el tiempo, quizá ya no sea necesario casi nada de todo éste proceso natural y por ello concluyo, con un, "qué más dá" si es la naturaleza quien manda.

Viajar...

Para el ser humano, viajar es una actividad beneficiosa en cuanto a su ego, lo cual le repercute aumentando sus experiencias, su conocimiento por contacto directo de otras culturas, le hace encontrar una esperanza constante, pues por donde se mueva todo son estímulos sorpresivos, en fin, que viajar es algo bueno, deseable y positivo para el espíritu humano. Se podría decir que es un buen estimulante de endorfinas, aunque también produce mucho cansancio y desgaste económico. También suele comportar una desinhibición de las represiones habituales en busca de la integración con las experiencias que se están viviendo. En fin, que todo ello suele dejar un poso de recuerdo emocional que junto con fotografías y presentes lugareños incitan a conversaciones, por lo general, interesantes en cuanto a las anécdotas y sucesos vividos. También es cierto que se produce otro tipo de viaje por necesidad, para encontrar un trabajo que te permita establecer tu morada en un lugar y hacer una vida social tendente a la estabilidad, donde, incluso, poder plantearte esos viajes que tanto atraen a la naturaleza humana.

En la naturaleza real, aquellos seres que viajan, en el sentido de desplazarse de un territorio a otro, por regla general, obedecen a instintos de vigilancia de su territorio o búsqueda de sustento alimenticio, o por seguridad en busca de guarida al haber sido desplazado de la suya. Por lo general los hay que tienen impreso en sus genes la migración en determinadas épocas del año, desplazándose de un territorio a otro muy distante por motivo de encontrar unas condiciones más favorecedoras, bien por clima, alimento, reproducción, etc. También existen las marabuntas, enjambres y plagas, algunos referidos a insectos y otros a animales, que por motivo de alteraciones de su equilibrio, se produce su desplazamiento arrasando cuanto encuentren o que por motivo de la inexistencia de amenazas vitales, establecen su vida social sin mayor límite que el reproductivo, los inevitables decesos naturales y alimento disponible.

No existe ese concepto de viaje ocioso, beneficioso para el espíritu, reconfortante y benefactor, siempre es por motivo de necesidad imperante, y, si pudieran, no se moverían de su entorno, de hecho, todas las especies intentan defenderlo, porque eso de tener que desplazarse en búsqueda de otro, es un recurso que comporta peligro físico, desconocimiento del lugar y exclusión social. Ahora bien, una vez se establecen en su territorio, lo marcan para reconocerlo y lo patrullan porque es su campo de acción donde encontrar alimento, seguridad y reproducción.

Si nos referimos al mundo vegetal, su crecimiento es vertical para dirigirse al sol o introducir sus raíces en la tierra, y a lo horizontal mediante el ramaje y el follaje que lo recubra, para aumentar sus posibilidades de éxito reproductivo. Incluso hay plantas que no precisan de tierra pues bien como parásitos bien por raíces aéreas, consiguen que se produzcan sus necesidades vitales de alimentación, relación y reproducción. En el mundo vegetal, está implícita la lucha por la vida y la dependencia con otros seres, pues, a través de insectos y animales, es como consiguen reproducirse exitosamente. En fin, que su estático viaje se podría decir que es invasivo, de hecho, su crecimiento llega a ahogar o limitar el de otras especies vegetales, en una lucha frenética por la supervivencia.

En realidad, en el mundo natural, el ocio y la diversión están relegados a determinadas épocas de la madurez y en determinados momentos, pero, lo que no parece que suceda es que sea una búsqueda tan activa como sucede en el mundo humano.

En el mundo humano, aunque no lo parezca, también impera la naturaleza, pues cuando no se tiene garantizado un mínimo de estabilidad, alimento y relaciones positivas, es cuando éste tiende a iniciar otro tipo de viaje, el viaje de la necesidad instintiva, menos placentero, no ligado al ocio ni la diversión del espíritu, aunque sí relacionado con la esperanza de vida, me refiero a la inmigración y está, generalmente, motivado por la falta de esperanza, bien por guerras o inestabilidades vitales ante la falta de expectativas de un futuro atractivo, incluso puede darse en unidades bien establecidas y seguras, pero late instintivamente la búsqueda de algo mejor. Ésto requiere el despegue de tu situación actual para introducirte en una inestabilidad temporal en la búsqueda de tu propia esperanza en otro sitio, a priori, mejor, pero en ello, aparecerán las necesidades laborales, de morada y de futuro de relaciones sociales, aunque el ser humano, también puede llegar a adaptarse y conseguir, con los recursos que tenga a la mano, prosperar mejor que donde partió, difícilmente se cumplirán esas expectativas iniciales con las que se partiera, pero, se puede abrir camino con sus propias esperanzas.

Tanto en el mundo natural como en el humano, aunque por motivos aparentemente distintos, sólo achacable al idioma utilizado en uno y en otro, el viaje siempre es por esperanza de algo mejor, pero el establecimiento en un lugar, es premisa de seguridad vital, donde la necesaria rutina te haga sobrevivir y tras ello, en tus ratos ociosos, soñar con el disfrute de viajar, ésto en el ser humano, o la instintiva necesidad de desplazarse a otro lugar donde cumplir con otros instintos para luego volver al punto de partida y continuar viviendo, para el mundo animal. También los hay quienes valorar sus vidas en lo que han conseguido y no precisan más que sus rutinas para vivir, encontrando ahí su disfrute, y ésto es achacable a ambos conceptos, animal y humano.

miércoles, 18 de julio de 2018

La selección natural, se sigue dando...

En la naturaleza, cada ser está dotado de unas capacidades para poder sobrevivir, entre ellas es la de energizarse y la de conseguirlo a través de determinados procesos concretos, tras lo cual, poder seguir con su proyecto vital innato.

Tal es así que no existe mediación de piedad alguna cuando surge la necesidad, ésta puede se de alimentarse o de reproducirse o de cualquier otra, pero su aparición impera en la intencionalidad del ser.

Al igual que las plantas absorben de la tierra la humedad y ciertos compuestos químicos disueltos a su alcance, y, además, extienden su enraizado hasta donde puedan sin limitación, y, crecen extendiéndose en tallos, ramas y follaje tanto cuanto pueden, con el fin de hacerse con la energía solar tan necesaria para sus procesos energéticos, es como percibimos que tan sólo él es lo importante en su vida, y precisa de todo ello y en la abundancia que sea capaz de alcanzar, aunque sobre, para asegurarse el poder realizar los procesos innatos que le definen y orientan toda su existencia.

También, al igual que cualquier ser con capacidad de movimiento voluntario, que con sus patas y/o alas o reptando o nadando deben realizar el mismo fin en sus vidas pero siendo ellos quienes capturen la fuente de energía y tras su digestión, energizarse para alcanzar sus innatos fines vitales.

Es en todo ello que se produce una carrera por vivir en la que el estado de salud de unos es la atracción energética de otros, ya que, bien para alimentarse, bien para relacionarse, bien para reproducirse, es que unos se sirven de otros y todo queda organizado y distribuido en un equilibrio natural donde, estar en buenas condiciones energéticas te convierte en candidato de continuidad y no estarlo en candidato de recurso energético de otros seres.

Ciertamente esto es así y no existe la piedad, ya que si eres objetivo de tus depredadores, éstos pueden empezar a devorarte incluso antes de que estés completamente muerto, pues lo importante es la alimentación, y, haciendo un silogismo, con lo que cuesta conseguirla, cuanto antes empieces a engullir, mejor, pues no sabes si podrás comer todo cuanto quisieras.

Bueno, pero no solo es la salud lo que llama la atención al depredador, sino que no la falta de atención a su presencia, cometer torpeza en el caminar o en la huida, no reconocer el peligro o adquirir un estado que no corresponda y haga cometer acciones que de no estar en ese punto no haría.

A fin de cuentas, al depredador le da igual como sea, pero, si te coge ya ha conseguido su objetivo, y en ese intercambio energético se establece la selección natural, la cuestión es que la víctima se convierte en alimento de otros, intercambio vital de energía.

En la naturaleza, que suceda ésto lo vemos tan normal, pero, el ser humano, en su concepto de sociedad - cultura, hemos creado todo un conjunto de comportamientos que ayudan a no pasar por tanta crueldad natural, así que existen infinidad comportamientos humanos que suplen los esfuerzos que si estuviéramos en la naturaleza sería de otra manera muy distinta, pues seríamos nosotros otros depredadores más del entorno.

Hemos creado educación, salud, política, deportes, ocio, trabajo, familia, amistad, modas, costumbres, industria, etc., en fin, conceptos que engloban comportamientos con fines o medios de administrar energía y normalmente lo usamos según nuestra sea nuestra situación personal, es decir dónde se encuentre nuestro ámbito de movimiento y nuestras capacidades económicas y todo ello nos convierte en seres equilibrados fuera de la naturaleza, pues, los esfuerzos por adquirir la energía no tienen nada que ver con la vía directa con la naturaleza, pues hay quienes se encargan de ello para ofrecer su producto ya normalizado y vigilado en las formas que la sociedad haya convenido.

Toda ésta situación nos hace ser seres humanos, y sin depredadores a la vista salvo algún que otro insecto chupasangre molesto en las noches de verano. Pero, esta situación nos hace creer que con mover la mano se adquieren las cosas, y en ese intercambio económico todo queda resuelto. Nuestras necesidades quedan esquematizadas en comer, hacer las necesidades excretoras, relacionarse familiarmente, laboralmente, socialmente y sexualmente sin necesidad de ir a por la descendencia, vivir todo el ocio que sea posible, trabajar porque no hay más remedio, buscar el fin que la sociedad nos imponga como “slogan” y tras morir.

Toda la línea temporal está determinada, con cierto desfase de error, pero nada preocupante porque la sociedad es como una corriente a la que antes o después te sumas a través de cualquiera de las necesidades motivadoras que sientes tener; familia, trabajo y/o implicación social, porque lo demás se paga con dinero.

Pues en este panorama, no es difícil encontrarse con personas normales que cometen errores vitales, bien por haber perdido la motivación personal, bien por haberla dirigido a algo distinto de los fines culturales establecidos, o por encontrarse en una situación precaria donde los instintos naturales emergen con fuerza y delinquiendo es como consiguen lo que otros con dinero. En cualquier caso, todo ello siempre conduce a situaciones que en la naturaleza serían de muerte inmediata, lo que sucede es que en esta sociedad, puedes ir tirando mientras haya vida pues mendigando algo recibes, tu salud por urgencias serán atendidos, dormir se puede entre cartones…

A fin de cuentas, hemos cambiado la palabra energía por dinero, así que hemos creado “otra naturaleza” sobre la real, en la que la manera de adquirir la energía se llama dinero, y tras ello, hacer toda tu proyecto vital innato, pero, sigue teniendo la misma crueldad porque el nexo entre ambas es el mismo, energía, y quien no pueda adquirir energía no podrá vivir, o vivirá con hambruna y precariedad, sometido a las inclemencias del tiempo y a la amenaza de los demás seres que les rodeen, debilitándose cada día más hasta llegar a su fin, pero aquí hay mayor crueldad, pues en este contexto el único animal que hay a tu alrededor, siempre que estés en entorno social, es otro ser humano, así que es el propio ser humano que devora a otro como él. El dinero, ese que te facilita la vida, genera crueldad y canibalismo económico.

Ésto es una manera de ver que la selección natural se está dando a este nivel, pero, como sucede con el medio natural, aunque uno tenga dinero de sobra, sólo con cometer un error grave, te puede conducir a la muerte, bien por causa de desplazamientos, por causa de exceso de ocio, por accidente inesperado o por causa de salud sobrevenida… en fin, que nada de ese dinero te sirve de nada, salvo para que tus descendientes paguen a otros lo que haya que hacer con tu cuerpo y darte respetuosa sepultura, pero todo sigue adelante, pues en ese intercambio económico que generaste en vida contribuyó a que todo “rulara” de acuerdo con el grado de implicación en la crueldad del momento, como sucede en el nivel de la naturaleza.

Lo único que falta es que esa Naturaleza.2 en la que estamos reconociera el derecho sin ambages a la vida humana con todo lo que ello conlleve, de manera que ese dinero que se “gasta” en otros recursos, por lo general corruptos, se invirtiera primero en los mismos ciudadanos, abaratando la vida hacia un mínimo tal que nadie muriera nunca por falta de dinero, porque si algo percibimos es que el mundo es un juego de la bolsa continuo donde muy pocos nadan en la abundancia y una inmensidad de humanos están en peligro de muerte por falta de un mínimo que no rasgaría apenas esas bolsas.

¿Pasará alguna vez que el ser humano se de cuenta de esto?

lunes, 16 de julio de 2018

“Ser o no ser, esa es la cuestión”...

“Ser o no ser, esa es la cuestión”, reza, o más bien diría yo meditación profunda, en la obra Hamlet de William Shakespeare, y de popular que se ha vuelto, ya lo usamos como coletilla en nuestras conversaciones, cuando hablamos de todo aquello que tiene que ver opciones personales que requieren de una voluntad propia para comprometerse en algo muy importante.

Ser o no ser, para mi, nunca es la cuestión, la cuestión es SER, porque, de no hacerlo es cuando deviene el soliloquio donde palidecen las certezas y ennegrece la tinta con las dudas, y los miedos la hace sudar como sangre.

La cuestión es que ese mundo interior que tenemos nos hace creer que ello puede darse, y debería hacerlo, ya que la experiencia personal es intensa y, como no, tan deseable como realizable.

La realidad que nos circunda es puesta en duda constantemente por nuestro mundo interior, de manera que cada cual queda posicionado frente a ella generando la suya propia. Es por ésto que cada cual, ante una misma circunstancia crea una realidad, y del conjunto de ellas desemboca en una resultante interactiva, que es la circunstancia real del momento. Digamos, por ejemplo, que hay varias personas en un jardín y en un extremo se produce un incendio, así que de la manera que las personas actúen ante ello, se generará una circunstancia, bien sea por haber colaborado uno o varios, por haberse marchado todos, por aparecer alguien o algo externo que influyera en ello… en fin, cada circunstancia tendrá esas repercusiones en tiempo real que le hacen ser.

Bueno, pues eso es lo mismo con el ser de cada uno, donde ese mundo interior se está posicionando constantemente con el exterior y generando su ser, en una u otra situación. Cuando esos posicionamientos tienen una pauta en una generalidad de situaciones, tanto las parecidas como las distintas, es cuando uno puede afirmar con precisión el cómo es esa persona, y, por lo tanto, no solamente el por qué de su posicionamiento sino que también podemos acercamos a la certeza de su ser.

Entonces es cuando uno comprende ese soliloquio, que no será el mismo para todos, ya que esa cadena de intereses que en cada cual pujan en su ser, y de inseguridades que frenan a su mundo interior, resultan en quién es él y “esa es la cuestión.”

Como estamos en constante evolución, ser o no ser será la tesitura en la que de vez en cuando se nos plantee que la vida nos está llevando, pero, en realidad, lo que intentaremos es hacer prevalecer ese mundo interior en este mundo exterior, procurando que esta resultante sea lo más parecido a lo que uno desea o le apetece, y, como no siempre uno tiene la habilidad o sabiduría suficiente, es que esa duda gana en fuerza, pero, en realidad, es una argucia epitáfica de nuestra falta de posibilidades reales.

Qué duda cabe, que cuando las circunstancias reales te ganan, tu mundo interior te puede conducir por vericuetos tortuosos o inusuales, pero allá donde te lleven, la realidad siempre será la resultante entre tus acciones y tus deseos, pues o bien te reflejan quién eres o bien te arrojan qué eres, y te posicionan en lo acertado de tu búsqueda, pero siempre estará en tu mano, replantear ese mundo interior y aprender del exterior, porque es uno el que hace la realidad resultante ya que uno siempre ES.

Cuando murió mi padre...

Cuando murió mi padre yo tenía veinticuatro años menos unos días, y cuando murió mi madre habían pasado dieciséis días desde que cumplí los cincuenta.

Puedo hacer una línea de conocimiento de lo que es mi vida en la que observo mi propia tendencia, pues, de ser casi un buen cristiano, como lo era, he pasado a ser un agnóstico pues comprendí que lo único cierto y real es la naturaleza y sus manifestaciones.

Ciertamente siempre me quedará la duda de lo que me sucedió con apenas unos tres o cuatro años, pues estaba muy ligado afectivamente a cierta persona que trabajaba ayudando en casa, y por motivo de hacer su propia vida se fué, lo cual me causó un gran quebranto personal, pues ahora veo que me sumí en una depresión tal que hasta, según me cuentan, me negaba a comer y, creo que me retrasó en mi evolución personal generando una falta de aceptación de la realidad y exteriorizando todo tipo de somatismos desde la incontinencia urinaria, fecal, pesadillas y mi silencio exterior pero las continuas conversaciones con mi amigo interior, que eso si que lo recuerdo, junto con todo el malestar que aquello me generaba, hasta un cierto aislamiento selectivo y una infatigable imaginación, abriéndome sólo a relaciones más íntimas y me cerraba a las más genéricas. La única sensación que recuerdo de todo aquel tiempo es de ir y venir porque me llevaban y traían a éste o a aquel lugar, el “tener que hacer” para que “no me castigaran”, y, curiosamente, el intentar “hacer las cosas bien por adelantado” con el fin de obtener “reconocimiento social”, pero, no tengo recuerdos mucho más concretos de todo aquello. Considero que esto es otro punto importante en mi vida desde el que todo lo demás se puede comprender mejor. Pero, fuera de todo sentimentalismo, al menos, hay que tenerlo en cuenta.

Bueno, volviendo a la idea, comprendo que en el transcurso de la vida el pensamiento de uno puede cambiar, al menos cambiará en la intencionalidad de tenerlo, me refiero a que a uno le van inculcando determinados conceptos pero llega un momento en el que hay que validarlo, y de no servir, podrá devenir una crisis en la que todo se tambalee, porque son los cimientos del propio convencimiento los que faltan.

Obviamente, habrá quien esos cimientos los acepte durante toda su vida y no sienta dichos temblores personales muy fuertes, pero llegará un momento en el que deberá aceptarlos como propios para seguir adelante consigo mismo.

Tan válido es aceptar un conocimiento que te haga ser alguien o algo en la sociedad, y dentro de ella lo seas tú, como aquel cuyo convencimiento sea el de fabricarse su propio mundo en base a las experiencias que le vayan surgiendo, sacando consecuencias y conduciéndolas a conclusiones vitales que las justifiquen.

Así pues, he llegado a la conclusión de que me inculcaron toda una serie de expectativas que me han estado pesando a lo largo de mi vida pero agradezco haberlo visto, pues, ahora se que soy de los que necesitan estar convencidos de sí mismos, y para ello he de prescindir de aquellos conocimientos que no sean realmente válidos, y, la verdad es que me libera haber comprendido que mis padres no acertaron conmigo, e incluso que no obraban bien con mi ser, pero no les culpo porque ellos también pasaron por éste proceso y decidieron ser quienes fueron. No obstante, gracias a ellos, estoy aquí y ello no ha hecho más que hacer que yo sea más yo mismo y más sensible a lo íntimo, venga de donde venga.

Eso que se produce ahora en el presente...

Eso que se produce ahora en el presente, es el futuro visto desde el pasado que no sabíamos que se produciría, y a la vez, es la consecuencia del contexto donde se da lugar el presente, pero, a la vez, quedará como pasado en cuanto deje de producirse y se convierta en un recuerdo de cualquier presente posterior.

Es curioso pensar que el futuro no es aquello que vendrá de la mano de lo impensable, sino que cada presente, de cada sujeto coincidente, va desembocando en ese futuro, pero, sólo se produce un presente, un futuro y, curiosamente, una multiplicidad de interpretaciones de pasados.

Quizá el pasado haya que verlo como la consecuencia lógica de las circunstancias coincidentes en el mismo instante, así que dar un paso, o hacer un movimiento o pensar una cosa… generó ese futuro y no otro, por lo tanto, es verdad que el futuro es incognoscible porque no es fácil la tarea de averiguar los estados coincidentes, pero una vez los vas conociendo, o intuyendo, comprendes el resultado que se dió.

Es por eso que, cuantas más realidades eres capaz de captar del pasado, tu visión de ello cambia, tanto es así que en el pasado creíamos en poderes sobrenaturales con repercusión constante en cada ser humano, a comprender, por ejemplo, qué es y por qué se produce la fiebre, o la aurora boreal, o tantos saberes ya desmitificados.

Por otro lado, podemos ver el presente como el fabricador de futuros, así que, por ejemplo, un peso será movido de un sitio a otro generando un futuro distinto si lo hace una sola persona que si actúan varias personas en la acción. Pero, idealmente, cualquier futuro es posible y en nuestra mano está fabricarlo.

Objetivamente, uno no actúa si con ello no obtiene algún beneficio, al menos a priori, así que nuestro generador de futuros está condicionado por esa máxima. También hay otra que requiere de la constatación de lo inamovible, es decir, aquello que está en el escenario de acción pero no se puede modificar en beneficio propio, sino que hay que usarlo o no usarlo buscando un beneficio propio, tal es así como que cualquier parte del escenario lo define y repercute condicionando las posibilidades.

Pero, al igual que elijo palabras para dar forma a mi idea mediante este escrito, es que utilizo unas y no otras por motivo de ser el lenguaje utilizado y las normas que tengo aprendidas, tanto para escribir como para transmitir, procurando generar esa transmisión que a priori considero beneficiosa. Quizá, pueda modificar una y otra vez el texto, pero, qué duda cabe que cuando paso de párrafo o de línea o de palabra, doy por válido lo que hago generando un futuro posible,aunque cada vez que lo revise y cambie algo del mismo, estoy generando otro, así que lo difícil de crear futuro está en el objetivo que uno se plantea para hacerlo, ya que si uno es hábil en el escenario de acción, puede llegar a atraer la atención hacia algo deseable.

De no conseguir el objetivo propuesto deviene la recapacitación y entonces se da el presente que a uno le va mejor, bien sea culpando al pasado, bien sea superándose en lo que sea necesario, etc., la cuestión es que el futuro siempre tiene una intencionalidad y siempre es la resultante entre las intencionalidades presentes y las posibilidades reales, tal es así por ejemplo, como el de los padres que queriendo dar una buena formación académica a su descendencia, se topan con la cuestión de sus posibilidades económicas, su momento sociocultural y las capacidades intelectuales de sus hijos. Así que no todos recibirán igualmente ni aprovecharán igualmente los recursos vertidos en ellos. ¿Es ésto justo? ¿Pueden los hijos culpar? Siempre habrá donde cogerse para justificar tu finalidad, pero, en honor a la verdad, se produce lo que de poder producirse confluye para que se dé.

No quiere decir ésto que nos dejemos llevar por la casuística, sino más bien, hay que ser conscientes de lo importantes que somos cada uno en el presente para hacer otro futuro, ya que, como mínimo, el único futuro que puedes esperar que se produzca es aquel al que tus actos individuales conduzcan, pues eres un elemento incuestionable de ello, lo cual no quiere decir que seas el importante ni el fundamental, pero si que eres uno de los granitos que forman la montaña que se llama futuro.

Esta mañana...

Esta mañana, camino al trabajo, emitido por radio, aún analógica, una noticia de esas que levanta ampollas para alguno de los que hacíamos ese trayecto común. La cuestión es la de que “amplían la lista de centros concertados en educación” (pero a los bien privados).

Como es natural, aspavientos y rabiosas exclamaciones se han emitido al aire, pero yo he dicho que me parece bien porque así, hay más familias que pueden acceder a ese tipo de educación.

El volúmen ha subido hasta el punto de demostrar verdadero fastidio por mi insolidaria opinión, ya que la razón que se augumentaba en mi contra era que el presupuesto para los centros públicos se veía aún más minorados, pues, repercute de esa manera en el recurso económico destinado a ello.

Mi razonamiento, no exento de ignominia hacia lo público, era que no había que mezclar los conceptos, pues, no es lo mismo (o debería ser) el presupuesto destinado a los centros públicos que lo destinado a los concertados.

En fin, esto es un punto sin retorno pues, ¿quién tiene razón?... NINGUNO.

Estamos en la realidad de lo inmensamente subjetivo, pues, ¿Acaso no es bueno que quien quiera tenga ayuda para acceder a ese tipo de educación (ojo, no estoy diciendo que no deban aportar los gastos que esos centros le soliciten vía donativos o vía concepto que esos centros impongan incluso contando con la ceguera de la administración)?, ¿Quién controla ese tipo de gasto en la administración para que no se mezclen las churras con las meninas y no nos culpen de que ese es la opción preferente entre los ciudadanos para justificar la escasa atención a los recursos públicos que existen en todos los centros?, y, por último, ¿Acaso con esos centros concertados no se origina un aluvión de intereses sociales que mejoran la distribución social aunque disminuyen los gastos de los centros por falta de alumnos?, en fin. No creo estar revelando nada nuevo ni que mi razonamiento sea nada novedoso ni erudito, pero es así.

Personalmente, aunque nunca lo he utilizado, apoyo el recurso público bien nutrido y atendido, y no veo mal que exista esa “ayuda social” para los que quieran tener acceso a ello, ahora bien, ésto no debe mermar las partidas presupuestarias dedicadas a que lo público esté bien nutrido y atendido, ahora bien, nada de ello está en nuestra mano, pues los políticos de turno hacen lo que es su interés apoyándose en el voto de los ciudadanos, con éste único punto de encuentro con ellos, después es la voluntad del político quien el ciudadano asume como “Sancta Sanctorum”.

La cuestión es que la conversación se ha quedado así, y tras haber llegado cada uno a su punto, con la afectividad mutua intacta, cada cual nos hemos dirigido a nuestro destino.

Pero, claro, mi cabeza ha seguido pensando, y me han venido imágenes de injusticia manifiesta aceptada por intereses particulares. Tal es así el caso de los médicos que siendo trabajadores del sistema de salud pública, atienden pacientes en sus clínicas particulares cobrándoles lo religiosamente aceptado pero usando del recurso público cuando sea necesario, a demás de la incompatibilidad laboral que con toda seguridad están infringiendo.

También me viene a la cabeza aquellos fraudes aceptados por imposición que terminamos pagando todos, como la deuda del estado, los ayuntamientos y comunidades autónomas, que lejos de gestionar correctamente sus recursos, no dudan en acudir a ese endeudamiento como si nunca tuvieran dinero, y haciendo creer a la ciudadanía que el endeudamiento es la vía de la prosperidad. Pues los impuestos no son para lo que se cobra sino que lo cobrado se mete en un sólo número y después se distribuye de manera política según interese a los intereses “democráticamente elegidos” donde, una vez más, el único punto de encuentro es la votación de la que salieron electos esos políticos cuya voluntad es “Sancta Santorum” para la ciudadanía.

Precisamente esa impunidad política es bajo la que innumerables ciudadanos se han amparados como “políticos” democráticamente elegidos urdiendo sus corrupciones extendiendo los tentáculos de la corrupción por doquier. El mundo de la empresa ha colaborado a hacernos creer que es un maravilloso mundo de beneficios, porque lo meten todo como gasto, o en vez de contratar trabajadores les obligan a ser autónomos cuando son asalariados, o … en fin, hay muchos casos que se pueden traer a colación.

La ambición es el motor de toda esta retaila de injusticias porque, esa ambición es, ni más ni menos, la máxima de la naturaleza, a saber; “yo, mi, me y si sobra algo, para mí”, lo que ocurre es que somos seres humanos y nos regimos por valores que nosotros mismos hemos aceptado como los dignos, a saber, democracia, justicia y estado de derecho.

Los que tienen esa máxima ambiciosa en sus vidas, no tiene reparos en mentir, engañar, tergiversar y liarlo todo hasta el punto de aprovecharse de los defectos y flecos del sistema para avanzar en sus ambiciones personales.

La ambición es Deseo intenso y vehemente de conseguir una cosa difícil de lograr, especialmente riqueza, poder o fama, y por ello, es aquello a lo que uno tiende, lo cual no tiene porqué ser negativo, pero si es egoísta. Ojalá fueran más los ambiciosos (egoístas) cuyo beneficio lo obtuvieran haciendo el bien al prójimo, pero, no por ser más o menos en número, el mal es más notorio y, además, produce una retracción por superviviencia natural, que les da un tiempo y espacio cuya existencia y aprovechamiento nos hace creer que sólo eso es lo que prevalece.

Lógicamente, toda esta situación genera una realidad corrupta, inherentemente auspiciada por el beneficio propio, lo cual no es en sí un atentado a nada, pero, los esfuerzos que requiere dicha ambición es lo que genera una realidad corrupta en su esencia pues; teniendo razón, no la tengas, en la que habiendo pagado, ésto sólo sea el pase para tener derecho a tener derecho, es decir seguir pagando, y te das cuenta que es el momento en el que eres el controlable y en ti ponen todas las miradas y presiones para que todas aquellas ambiciones te entretengan con un teatro fantasmagórico entre la verdad y la mentira que recae sobre ti y los tuyos, siempre...

Y me pregunto ¿ Ésto es democracia ?, ¿ Ésto es justicia ?, ¿ Ésto es avance ?.”

Inquisición cultural moderna

Una de las estupideces que ha creado el ser humano son los derechos de autor, que dignificado dentro de una ley pretende recaudar por doquier para beneficio del autor, no sin antes pasar por las arcas del estado a través de “algunas asociaciones de autores” y depositarles unas migajas a ellos que tendrán que volver a declararlo como ingresos anuales a sumar a los ingresos que obtuvieron y todo ello para cobrar de ellos los impuestos correspondientes, incluso de lo que en principio era suyo de pleno derecho, es decir, los derechos de autor y el mismo estado se los diera.

En realidad, siempre se ha reconocido la autoría de una obra y el derecho a ello, pero como las editoriales son las que mandan en este mundo, ahora también las impresiones bajo demanda, el autor siempre se ve desfavorecido con unas contraprestaciones verdaderamente exiguas, injustas y pedigüeñas.

Así que, para beneficio del autor, se sacan una ley de la chistera, o varias, o a nivel europeo unifican los derechos de autor, con el fin de “proteger” hasta el más mínimo resquicio de derecho de autor, con la pretensión de que sea él quien dé el permiso explícito para que su obra sea dada a conocer y si alguien obtuviera algún beneficio (económico) pueda revertir en beneficio también del autor.

Pienso que ésto sólo beneficia a las empresas relacionadas con éste mundo y a las injustas asociaciones relacionadas con los autores, porque lo que se obtiene es, ni más ni menos, que la obra que uno quiere dar a conocer no pueda ser difundida más que en una reseña que el autor consienta y quien lo obtenga, no pueda darlo a conocer en ningún medio porque siempre existirá el riesgo de que alguien pueda intentar un provecho económico de ello, saltándose a la recaudación de las asociaciones y del estado. Así que veo que el autor sale verdaderamente perjudicado siempre y en cualquier caso, salvo que sea de los agraciados por la industria “de la cultura” y en sus contratos salgan favorecidos por reunir las circunstancias que los conviertan en apetecibles al beneficio de la propia industria.

Personalmente pienso que como autor, lo que defiende mis derechos son varios factores, por un lado, que se pueda dar a conocer con facilidad mi obra, que los contratos que puedan ligarme con esta industria no me humillen y que una vez que reciba un dinero recaudado por el mismo estado (en cualquiera de sus modos y maneras), no tenga que declararlo como beneficio mío. Lo contrario sólo obedece a la usura de uno u otro sector que nada beneficia al autor y le castiga con una “inquisición cultural”, es algo así como, te reconozco los derechos de autor pero nunca llegarás a nada si no eres verdaderamente ambicioso y convences a la industria para que “haga dinero contigo”.

Cualquier otra idea son, como diría Merlín el Encantador son “paparruchas”

Animales humanos

Quizá por ser los animales que somos, de los humanos, es que mezclamos los sentimientos con las sensaciones y las aspiraciones con las ambiciones, todo en la coctelera de las inevitables necesidades que no nos permiten superar las vicisitudes del reino natural que nos esclaviza hacia la muerte.

Qué duda cabe que por nuestra supra-capacidad (capacidad superior al resto de los seres vivos) es que nos creemos dueños de nuestro destino, lo cual nos ha conducido a superar ciertas limitaciones temporales y de la mano de la ciencia y la técnica se han superado.

Seguro que el futuro nos deparará muchos avances de la mano de la ciencia y la técnica, que permitirán superar ciertas enfermedades incurables, o convertirlas en controlables cronicamente, permitirán hacer cosas hasta ahora sólo imaginables e incluso algunas inimaginables.

Creemos que todo es posible o lo será, y así debe ser, pues el paso del tiempo no hace más que fortalecer esa idea. Hasta ahora, todo apunta en esa dirección haciendo entrever un futuro casi casi impredecible.

Cierto es que nada se implanta de inmediato, ni que los cambios se producen en un plazo muy corto de tiempo, salvo que sea lo imperante para el conjunto de “quien sea” que haga que todo eso se pueda ir implantando para que en el plazo lo más corto posible, se haga realidad aquello que era impensable.

Siempre es cuestión de que concurran circunstancias y oportunidades con voluntades y recursos y, hay momentos en la historia en que parece que se reúnen y, como por arte de magia… se produce.

No puede producirse todo ello sin que “los que pueden” muevan los “hilos que tengan que mover” para que “se produzca lo que tenga que producirse” y, entonces, aparecen avances que poco a poco se van implantando en las sociedades y al cabo de pocas generaciones… el futuro es … impensable. Aparecen avances médicos, técnicos, económicos, sociológicos, etc. que impulsa a las sociedades en direcciones coincidentes como si encontraran en ello el recurso necesario para avanzar.

Normalmente, todos estos avances están ligados a lo que les precede, por norma general, una situación de hambruna, penuria y encarecimiento de la vida que lo justifica una guerra o una revolución o un cambio de sistema socio-económico. Por lo general, ingentes cantidades de recursos son desviados a “una dirección” cuya prioridad es superior al dolor humano que supone, pero, las generaciones futuras lo agradecerán y casi ni percibirán el daño causado, más bien, verán que el avance era inevitable y tiene un costo.

En fin, dado el momento histórico que vivimos, se perciben fluctuaciones importantes en lo que era lo normal y apunta a cosas nuevas, pues tanta convulsión en los países, los gobiernos y las mentalidades sociales, apuntan a un cambio de dirección que se está produciendo y que las generaciones venideras serán capaces de valorar, como nosotros lo somos de las precedentes, así pues, me pregunto…

¿Por qué no se dejan de jodidos jueguecitos y hablan a las claras para que todos podamos colaborar? porque mi instinto me dice que nos manipulan a su antojo.

ser. estar y existir ... eso es todo

Quizá todos los seres, desde los inmateriales a los materiales, desde los no sintientes a los sintientes, no seamos más que eso que dándose se produce y su finalidad es ser hasta que dejen de serlo, no obstante, hay tres premisas que parecen transmitirse en todo pero cada ser en su ambiente lo lleva a cabo, estas tres premisas emanan de su ser, estar y existir, que no es más que; por un lado, la negociación de equilibrios del ser con el ambiente contextual, en segundo lugar; el mantenimiento de los elementos necesarios para poder seguir siendo, y por último, que algo de ellos se transmita en lo que de ellos se pueda generar, y, estas tres características, como mínimo se dan en todo.