sábado, 14 de marzo de 2015

Después de ésta vida, seguro que hay otra

Últimamente me llama la atención el tema de las momias, no así el de la momificación, que también pero menos, sino el de las razones por las cuales momificaban a las personas, bien por ser un valor cultural propio, bien para adquirir este concepto a la cultura invasora, como los Romanos, incluso, hoy en día, se sigue momificando a las personas en ciertas culturas y/o bajo ciertas significaciones.


Otra de las cosas que me ha llamado la atención es las momias naturales, me refiero a aquellas personas, o animales, que han llegado a nuestros días en un grado de momificación apreciable y permiten comprender “cosas” de su tiempo. Siempre ocurren porque se dan las circunstancias naturales para que se produzca y no existen intervenciones divinas o diabólicas, aunque si supersticiones, fanatismos y supercherías varias.



Desde mi ignorancia, que ahora comprendo que era casi completa, he aprendido muchas cosas y, como es normal, las he puesto en la fila de dudas existenciales que me surgen. Verdaderamente me ha suscitado mucha sorpresa, y me refuerza la intuición que ya sentía desde hace mucho tiempo sobre mi ser “espiritual”.

Veo con claridad que es la “cultura” quien consigue que las “cosas” perduren en el tiempo, que estamos viviendo en un momento de descubrimiento público impresionante sobre otras culturas y, hoy por hoy, y ésto hay que agradecerlo a quien lo practique, se ven las culturas como circunstancias históricas en las que vivieron las personas y que eran ellas, y no monigotes grotescos imaginarios, quienes sentía y quienes estaban regidos por unos sistemas de gobierno y en ello desarrollaban sus vidas y, que en realidad, no somos tan distintos.

Comprendemos ahora que la persona siempre se ha guiado por ideas y conceptos y que ello era tan importante como las necesidades fisiológicas, a poco que nos esforcemos, llegamos a la conclusión de que ambos grupos eran necesidades personales imperantes que perseguían un mismo resultado, sentir lo “mejor posible y que se pueda”.



He aprendido que la humanidad ha sentido y siente de manera física natural y piensa de manera física natural, y ambas cosas son la vida de cualquier persona, que en todas las civilizaciones, como en la actual, se ha dado amor, cariño, generosidad, respeto, odio, altruismo, mercantilismo, robos, traiciones, imposiciones, bondad, maldad, esclavitud, libertad….  en fin, todo ello siempre dentro de un entender cultural que organiza todos los sentires en orden a las sensaciones que los generan o desde donde se generan, y, como sucede hoy en día, para gobernar las riquezas materiales en aras a un ideal de individuo, grupo, familia y sociedad.

Desde el inicio de la humanidad hasta ahora, han muerto más personas de las que existen, de algunas se sabe algo y de la mayoría, nada o casi nada, y, cada cual de nosotros conocemos de primera mano a nuestros ancestros conocidos o los conocidos de los que nosotros conocemos y… al menos de ellos si que podemos seguir su legado, es decir, su huella cultural y personal. Podemos concluir sin lugar a dudas que el muerto, muerto queda, por muy momificado que esté, y, lo que perdura es su recuerdo, en forma de legado cultural.

Después de éste esquema de mis pensamientos me surge una duda…

¿Existe ese mundo espiritual que cada cultura protege como valor fundamental de la misma y por la que sus súbditos o ciudadanos o pueblo deben respetar y creer incluso por encima de sus propias vidas?



Que cada cual responda si quiere pero en cuanto a mi respuesta personal, ya, sólo creo en mi… me refiero a que creo que soy el resumen de la humanidad en mi singularidad, y como yo... tú, y que, al menos en mi, lo que más valoro es lo que doy, quizá porque espere recibir, pero, se que si no recibo no me sucede nada, porque me sucede algo cuando no doy, ya que siento la incomodidad de sentirse incompleto, como el que sabe que no ha llegado a hacer lo que necesita para alcanzar ese grado de “mejor posible y que se pueda” que señalé antes.

Comprendo, también, que ésta es mi percepción vital y que habrá otras personas con otras percepciones vitales propias, pero lo que tengo claro es que la vida es un toma y un recibe y sólo hay tres tipos de caracteres personales, los que se sienten bien dando, los que se sienten bien recibiendo y los que se sienten bien intentando ser equilibrados y esto, tal y como pienso hoy, ha sido siempre así.

Metafóricamente hablando, tres son los sustentos mínimos de un plano y me imagino una esfera perfecta sobre él, a modo de pelota de acero sobre una mesa con tres patas ajustables en altura, así que la cultura, según alargue o acorte a cada una de las patas, la esfera tenderá a desplazarse y suponer un sobrepeso sobre las más cortas, que pueden llegar a romperse y desmoronarse todo.

Éste desmoronarse todo, en realidad supone… cambio, pero éste cambio, que vendrá de la mano de cualquier Dios o Demonio disfrazado de necesidad, estará sometido exclusivamente a la explotación oportunista de este principio.

Comprendo que como resumen de vida que soy, soy cultura para los míos y los cercanos a mi, y que en mi está intentar que esa pelota de acero no les aplaste porque después de mi vida seguro que hay otra, pero esa ya no seré yo, sino, quizá, algo de mi transmisión cultural.